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Sept. 23, 2020

El legado de César Chávez en la Universidad Estatal de Míchigan

Cómo la influencia del célebre activista perdura en el tiempo

Publicado originalmente el 31 de marzo del 2020.

Retome la versión en inglés.

 

Mientras el tráfico avanza a lo largo de Grand River Avenue en Old Town (Lansing), unos pocos conductores pueden observar el cambio de nombre a César Chávez Avenue. Cuando los socios de la biblioteca en la Universidad Estatal de Míchigan (Michigan State University) toman prestado un libro o beben un café en la cafetería, tal vez no noten la colección que lleva el nombre de Chávez y su retrato colección que lleva el nombre de Chávez y su retrato en el primer piso.

 

Las pruebas visibles pueden ser sutiles, pero son un recordatorio de la fuerte presencia histórica y la influencia de Chávez en la MSU y la región central de Míchigan.

 

Concientizar

 

El impacto de Chávez en los asuntos laborales se remonta a 1962, cuando junto con Dolores Huerta fundaron la Asociación Nacional de Trabajadores Agrícolas (National Farm Workers Association), luego denominada Unión de Trabajadores Agrícolas (United Farm Workers). Obtuvieron notoriedad nacional por liderar boicots de lechuga y uva y huelgas de hambre, lo que generó conciencia sobre el sufrimiento de los trabajadores inmigrantes. Durante más de treinta años, Chávez y Huerta se convirtieron en íconos de la lucha por mejores salarios y condiciones para los trabajadores inmigrantes.

 

Chávez actuó como agente de cambio comportándose de manera amigable, humilde, directa y realista. Su capacidad para producir un cambio de manera pacífica lo posicionó a la altura de Martin Luther King Jr. y Mahatma Gandhi.

A collection of photos showing Chavez speaking during various visits to the East Lansing area.
La influencia de César Chávez en Lansing y en la Universidad Estatal de Míchigan se origina a partir de numerosas visitas durante las décadas de 1970 y 1980, en las que llama la atención sobre el sufrimiento de los trabajadores agrícolas inmigrantes en el estado y motiva a los estudiantes a exigir mayores esfuerzos para atraer y retener a profesores y estudiantes latinos. Foto cortesía de Archives of Michigan.

En gran parte, se interesó en este estado por el sufrimiento de la creciente población latina en Míchigan, cuyo crecimiento reflejaba la expansión de la industria del betabel azucarero. A fines de los 60, la población latina de Míchigan se mantenía cerca de 80,000 personas y se centraba alrededor de las azucareras en Saginaw y Lansing.

Muchas personas de la zona se sintieron motivadas al conocer a Chávez, en especial, porque mantenía una presencia constante en Lansing y en el campus de la MSU.

Retribuir el favor

Diana Rivera recuerda el verano después de su primer año en la MSU en 1973. Trabajó en campos de cultivo desde los 8 hasta los 18 años antes de entrar a la MSU, así que le intrigaba escucharlo hablar en Wells Hall. Chávez parecía tímido y reservado. Se paró frente al auditorio casi repleto, y Rivera se preguntó si la multitud podría escucharlo. Sin embargo, su voz no necesitaba un micrófono. "Resonaron con potencia tanto su voz como el mensaje sobre las condiciones en California que sentí que había experimentado," señala Rivera. "Supongo que es relativo. Así como una niña de 10 años trabaja la tierra para cultivar hileras de una milla de largo de betabeles o frijoles durante los calurosos veranos de Míchigan, también podría haber sido en California."

A headshot of Diana Rivera, Michigan's first Chicano Studies Librarian and former head of MSU's Cesar E. Chavez Collection, which she oversaw for more than 24 years.

En cierta medida, Chávez la motivó a convertirse en activista, y ella misma, en sus épocas de estudiante, lideró numerosas manifestaciones y boicots o participó de estos. Luego, se convirtió en la primera bibliotecaria de Estudios Chicanos de Míchigan y encargada de la colección de César E. Chávez en la MSU, la cual supervisó durante más de 24 años. "Como encargada de la colección, me siento muy honrada de haber ayudado a divulgar el mensaje y la historia de Chávez," afirma Rivera, bibliotecaria emérita y ganadora del Premio Espíritu de Frida por los Derechos Civiles (Spirit of Frida Civil Rights Award). "Chávez era un hombre tan humilde que creo que se sentiría incómodo al saber que existe una colección en su honor, pero se alegraría al saber que su mensaje perduró en el tiempo."

Según Rivera, su legado es tan grande que la MSU puede conectar el número de programas que ayudan a los estudiantes latinos con Chávez y Huerta. "Esto lo atribuiría a sus primeras visitas, sus amistades duraderas con los miembros de la comunidad que aún viven aquí y el apoyo incondicional a los boicots y las huelgas de los estudiantes," afirma.

Su inspiración generó un aumento en la inscripción de estudiantes latinos, la contratación de profesores y personal latinos, y la implementación de programas de apoyo a las minorías y de becas King-Chavez-Parks. Asimismo, ayudaron a convencer a los directivos de la MSU de aprobar un plan en 1972 para ofrecer la matriculación estatal a los hijos de los trabajadores inmigrantes. "El actual Programa de Estudios Latinos o Chicanos fue el resultado de trabajo, acciones, reuniones, negociaciones y planificación por parte de los estudiantes, el cuerpo docente y los administradores de la universidad, muchos de los cuales sabían acerca del trabajo de Chávez y Huerta o lo conocían desde la infancia," añade Rivera.

Los estudiantes latinos conforman aproximadamente el 5% de la población total de estudiantes de la MSU. Todos ellos nacieron después de la muerte de Chávez. Sin embargo, personas como Rivera, motivadas por las visitas de Chávez, trabajan para infundir su legado en los Spartans de hoy en día. El 31 de marzo, día del cumpleaños de Chávez, la MSU celebra el Día de César Chávez, en honor tanto a Chávez como a Huerta.

Educar a “un trabajador agrícola por vez”

Luis García, director veterano de Servicios para estudiantes inmigrantes de la MSU, señala que es esencial establecer una conexión entre el pasado y el presente, y añadir un toque personal para atraer y retener a los estudiantes. "Tenemos un dicho, 'educar a un trabajador agrícola por vez', y ese es el enfoque que seguimos para cada estudiante," afirma. "Comenzamos con poco más de un puñado de estudiantes y hemos crecido a lo largo del tiempo. Hasta el día de hoy, somos la única universidad de los 10 Grandes (Big Ten) con una oficina y esfuerzos consolidados diseñados específicamente para ayudar a los trabajadores agrícolas inmigrantes y estacionales en sus actividades educativas."

A group photo of the students and staff involved in MSU's College Assistance Migrant Program Scholars Initiative.
La Iniciativa académica para el programa de ayuda universitaria al inmigrante de la MSU (College Assistance Migrant Program Scholars Initiative) es un programa residencial que brinda apoyo académico, social y financiero a estudiantes que son trabajadores agrícolas inmigrantes y estacionales para permitirles terminar el primer año de la universidad.

Al principio, García llegó a Míchigan como un trabajador inmigrante que venía desde Waco (Texas) a Alma (Míchigan) para recolectar fruta. "Para mí, fue una decisión sencilla: ¿Recolecto frutas en Texas a temperaturas de 100 grados o me mudo a Míchigan con la brisa fresca proveniente del lago Míchigan? Sí, por favor," afirma García.

Su oficina se esconde dentro de Holden Hall del lado sur del campus. Al entrar al centro de Servicios para estudiantes inmigrantes, la música y las pinturas inmediatamente transmiten una agradable vibra latina. La atmósfera cálida es valorada por los alumnos de nivel secundario que visitan la universidad para considerar las opciones que ofrece. Mientras García pregunta a cada estudiante sobre sus planes futuros, ellos escuchan con atención. Se expresa con una voz auténtica, y la conexión es inmediata, mientras se ríe y domina las transiciones entre español e inglés con gracia.

Entabla una conexión con ellos porque conoce de primera mano los desafíos que los estudiantes y sus familias han superado. "Abandoné la escuela secundaria. Tenía un profesor que me decía que era brillante, pero era muy estúpido para saberlo," sostiene García, que también presenció el discurso de Chávez en la MSU. "Él me ayudó a encarrilar mi vida para regresar a la escuela secundaria nocturna. Me gradué, estudié en la Universidad de Ferris State, trabajé en el Cuerpo de Paz de Paraguay, obtuve mi máster en la MSU y he permanecido aquí desde entonces."

Él y su equipo ayudan a los estudiantes actuales a sortear los desafíos de la educación superior y atraen a estudiantes potenciales de campos de inmigrantes y escuelas secundarias alrededor de los cerezales en Míchigan, los huertos de almendros en California y las plantaciones de tomate en Florida.

Para muchas de las familias que se reúnen con García, la universidad todavía representa un sueño lejano. Muchos de los padres lo entienden como un regalo que esperan darles a sus hijos, pero no saben cómo hacerlo realidad.

Con paso firme hacia la prosperidad

Sigifredo Morales, sin embargo, no duda en enviar a sus hijos a la universidad.

Morales vive entre los destinos turísticos de Saugatuck y South Haven sobre la costa oeste de Míchigan. Su casa y granero modestos se encuentran justo a la vera de un camino de tierra, rodeado por campos de arándanos. Varios campos de arándanos en el área son propiedad de latinos. La mayoría de ellos llegaron directamente a los Estados Unidos. Literalmente, se escaparon de una vida de pobreza para alcanzar la esperanza y la prosperidad y dejaron atrás las comodidades de la familia y los amigos mientras avanzaron con paso firme hacia promesas de prosperidad en un país desconocido.

Morales estuvo sin comida ni agua durante tres días mientras cruzaba la frontera hacia los EE. UU. Uno de sus compañeros se quebró la pierna, y Morales se enfrentó a una decisión difícil. "¿Quieres quedarte con él y que te capturen o quieres llegar a los Estados Unidos?" le gritó el líder del grupo.

Siempre recordará la cara de su conocido caído, pero eligió la libertad. Corrió y ha estado aquí desde ese momento.

Los días de semana, Morales trabajaba en una fábrica en Chicago, pero le atraía la idea de recoger arándanos en Míchigan los fines de semana. Con el paso de los años, obtuvo la ciudadanía, condujo entre la Cuidad de los Vientos y los campos de arándanos, y finalmente, ganó el dinero suficiente para renunciar a su trabajo en la fábrica, mudarse a Míchigan y comprar su propia granja.

David Mota-Sanchez, coordinador de la Iniciativa de Granjeros Latinos (Latino Farmer Initiative) de la MSU, conoce a Morales y a otros granjeros latinos en el área. Gracias a una beca del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (U.S. Department of Agriculture), Mota-Sanchez y su equipo trabajan con productores de arándanos para mejorar los procesos y las prácticas agrícolas. Ayudan a sortear las dificultades desde la plantación hasta la cosecha, lo que incluye el control de plagas y nutrientes, la seguridad de los trabajadores, la seguridad alimentaria y la gestión empresarial agrícola.

A group of Michigan blueberry farmers pose with Layne Cameron, who wrote this story.
Un grupo de productores de arándanos de Míchigan posa junto a Layne Cameron, el segundo de derecha a izquierda, quien escribió esta historia.

Incluso con la ayuda de la MSU y la creciente red de apoyo de la comunidad latina, cultivar es difícil. El precio por libra de arándanos está disminuyendo al mismo tiempo que los gastos van en aumento. "Hace cinco años, ganábamos $1 por libra y ahora ha disminuido a 30 centavos," afirma Jesse Gamino, quien ha vivido en Míchigan por 38 años desde que se retiró del Ejército. "Podríamos incrementar nuestras ganancias si pudiésemos cosechar a mano, pero la cantidad de trabajadores inmigrantes o personas dispuestas a recoger arándanos ha disminuido significativamente."

Tanto Morales como Gamino tienen hijos, pero ninguno de ellos ha demostrado interés en hacerse cargo de las granjas. Los hijos están considerando otras profesiones o estudiar en la universidad.

Con la mirada puesta en los campos cosechados, las elecciones de sus hijos les generan un sentimiento agridulce. El trabajo duro, las largas horas y la voluntad de los granjeros de perseguir sus sueños les han permitido a ellos y a sus hijos disfrutar de una mejor vida. "Te ven trabajar desde las 5 a. m. hasta las 11 p. m. y no quieren trabajar tan duro," afirma Morales. "Tengo tres hijas, y dos de ellas estudian en la MSU. La más chica me dijo que este sería el último año en el que me ayudará con la granja."

Sin embargo, el sobrino de Morales, Eric Alcaraz, sigue sus pasos. Vive y trabaja en Chicago y es propietario de una granja cerca del lugar de su tío. Esta primavera, comenzará a cultivar a tiempo completo.

Si Chávez estuviese vivo, aprobaría el legado que ellos divulgan. Como dijo Chávez: "Dios nos da el regalo de la vida y nos permite elegir la forma en la que utilizaremos nuestro tiempo en la tierra. Es una oportunidad increíble."

By: Layne Cameron

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